miércoles, 12 de abril de 2017

Tengo (medicamen)tos

Tengo (medicamen)tos. Y la nariz, me suena, de tanto sonarla agrietada. De nuevo, más broto cuanto más más me planto: se suceden en los sentares sentires que, mires cómo los mires, son cálido, leído caleidoscopio. Hemos mimado las palabras y se ríen con las tintas abiertas. Había una vez. Había una vez un avestruz, un ya ves tú. ¿Llaves yo? ¿Dónde las había dejado?

Cual cuento de buenas noches, no quería que se acabara: tú gestual en tu teatro, y tu relato, y yo absorto. No quería que se acabara aunque, hihi, sería de lo más bonito. ¿Te imaginas?, estirado en ese césped donde el murmullo se vuelve eco, arrullo, lleno hueco, arremanso de dulzura, caricia y paz. Cancerbero adormecido, mecido, ido del reino de los despiertos al de los dormidos, y que pasen, ¡que pasen todos los sonidos!, y que en sueños pueda verlos, y que en sueños pueda vivirlos. La ternura.

Quería decir tantas cosas -pero las cosas me dicen otras-. Quería decir que es bonito cuando una amiga te dice que ha tenido un mal día y no quiere sonreír, ni abrazar, ni hablar. Más tarde, si lo pide, compartir las durezas, las llagas, los contratiempos: prohibirlo fue un mal arreglo, que a pocos hace bien. Entonces, con la primavera, llegan las alergias: la que le tengo a la imposición de la alegría. Es difícil, pero compensa, ir conociendo los ritmos de quienes padecen de un modo dispar al tuyo. Y, si tienes fuerzas, es bello prestar un oído a los odios y los pesares ajenos, recientes o añejos. Prestar el apoyo que cada una pida y no el que tú creas que necesitan. Creíste demasiado, acertaste poco. ¿Te pensabas que las orejas no podían ir al gym?, para escuchar a los demás y escucharte a ti misme. ¡Y cuesta! Meto la pata, la pierna y la cadera. También quería decir que es tan bonito cuando te aceptan: uno va con sus mil dudas, extravagancias, disidencias y alteridades a cuestas, ¡y puf!, ni sabes bien cómo, al cabo de un tiempo, te ves rodeado de personitas que rompen la carretera. ¡Hacia el bosque!, y lo bien que sienta. Y el Sol, ¡oh!, es tan pero tan bonito. Me extraña porque sólo al verlo sin poder mirarlo, me di cuenta, sólo entonces, de lo mucho que lo extrañaba. ¿A ti también te pasa? Y cuidémonos, y cuide monos, que el mundo nos necesita como nos necesitamos nosotros.

Buf, he escrito la palabra "bonito" demasiadas veces: bonita palabra, pero... Ocho veces, bien, ¿pero nueve? Debería cambiarlo. Sí, sí, definitivamente no permitiría por nada del mundo que este texto viera la luz así, de este preciso, justo y concreto modo.

Pd: Bonito.

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